miércoles, 19 de octubre de 2016

OFRENDA DE MUERTOS


El diccionario de la Real Academia Española define el verbo “ofrendar” como “Ofrecer dones y sacrificios a los seres sobrenaturales por un beneficio recibido o solicitado o en señal de rendimiento y adoración”; o bien como “Entregar algo en obsequio o beneficio de personas, acciones, ideas, etc., por un impulso de amor, acatamiento o solidaridad.

Las tradicionales ofrendas de Día de Muertos además de ser un derroche de creatividad son todo eso: un acto de amor, un ritual divino y sobrenatural, un acto de compartir determinados goces de la vida con los parientes y amigos difuntos. Que queda claro, la ofrenda no se brinda como una dádiva sino como un sentimiento fiel hacia los que en cuerpo ya no están con nosotros.

Así como el mar tiene a la arena, las ofrendas no puede entenderse si su elemento característico: la flor de cempasúchil. Este brote de planta que presta su estética y su particular color amarillo para darle camino a los difuntos, en náhuatl significa la flor de veinte pétalos (cempoalxóchitl). Los elementos que complementan e integran en su totalidad a la ofrenda son alimentos, velas, bebidas alcohólicas e imágenes religiosas, lo cual lo convierte en un acto no sólo solemne sino de alta pleitesía que tiene por finalidad recibir y atender a las ánimas que en noviembre acuden a su hogar terrenal para disfrutar de las cosas de los vivos.


Los niveles de las ofrenda

La cosmovisión de las ofrendas de muertos está representada de acuerdo con los niveles o pisos que tenga ésta. Los objetos y la colocación pueden variar de la cultura o idiosincrasia de la región, pero lo que todas comparten es el grado simbólico y de representación.
  • Altares de dos niveles: Representan la división entre el cielo y la tierra. Los elementos que se colocan en cada nivel representan ambos mundos: frutos para la tierra, agua para el cielo, por ejemplo.
  • Altares de tres niveles: Además del cielo y la tierra, en éstas se representa también el inframundo. Aquí, de acuerdo con los especialistas, hay dos lecturas: 1) el inferior es la tierra y los posteriores significan el purgatorio y el reino de los cielos; 2) según la tradición católica representan la Santísima Trinidad, es decir, la idea de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se encuentran en un solo Dios.
  • Altares de siete niveles: Son los más complejos pero también convencional. Representan el viaje de las almas para poder llegar al descanso o paz espiritual. Según algunos pueblos indígenas son los siete escalones que representan los siete pecados capitales.
En general, los objetos que comparten las ofrendas, independientemente de los niveles que la integren, son los siguientes:
  • Cruz de cal en el piso: Representa los cuatro puntos cardinales.
  • Objetos personales del difunto: Se puede tratar de fotografías, ropa o artículos que el difundo ocupaba.
  • Camino con flores de cempasúchil: Sirve para guiar el camino de las almas hacia la ofrenda.
  • Velas y veladoras: Símbolo de amor y de ascensión del espíritu.
  • Sahumerio con incienso o goma de copal: El paso de la vida a la muerte, así como alejar los malos espíritus.
  • Papel picado: Unión entre la vida y la muerte.
  • Pan de muerto: Significa la generosidad del anfitrión y el regalo de la tierra.
  • Agua: Representa el cielo. Sirve para mitigar la sed durante el viaje, y fortalecer el regreso.
  • Banquete: Comida, cigarros, alcohol, dulces. Todo aquello de lo que disfrutaba el difunto en el mundo material.
  • Plato con sal: Purificación para que el alma no se corrompa.
  • Calaveritas: Representan a los difuntos de la familia.
La tradición en la huasteca hidalguense

El montar una ofrenda requiere tiempo, esfuerzo y por supuesto relevancia. Digamos que en términos generales, los dolientes tienen dos vías para mostrar sus habilidades y, por qué no decirlo, posibilidades de ofrendar: el altar doméstico y en el cementerio. En ambos casos la ofrenda puede estar basada en un asunto de “Participación”, es decir, tomando como referencia la relación entre el deudo y el fallecido: personal, familiar o social; o especializada, lo cual significa que tiene correspondencia con un motivo: hijos menores, extranjeros, estudiantes, testadores, etc.

En diversas comunidades indígenas del país, la tradición ritual del día de muertos y sus ofrendas casi no se ha modificado. Tal es el caso de la huasteca hidalguense donde el inicio lo marca el día de San Juan (24 de junio) cuando los campesinos salen al campo para regar la semilla de flor de cempasúchil. Por esas mismas fechas, las familias compran guajolote, cerdos y gallinas que pondrán a engordar para después ser el guiso en tamales, caldos y moles que serán compartidos para vivos y muertos. Es común ver a las mujeres bordar las servilletas y manteles que cubrirán la mesa o repisa que servirá de espacio para la ofrenda.

Pocos días antes del xantolo (palabra introducida al náhuatl por la deformación de la frase latina festiumominum sanctorum, que quiere decir fiesta de Todos Santos), las familias se reúnen para la molienda del chocolate que beberán durante la celebración. Para el Domingo Grande, es decir, para el último domingo de octubre las familias inician con uno de uno de los elementos básicos de la ofrenda: el arco. Éste se confecciona con hojas frescas de limonaria y flor de cempasúchil, en donde la parte superior alude al ciclo del sol como dador de luz y vida. En el centro se coloca alguna imagen religiosa (Santa Cruz, Virgen de Guadalupe), a la cual se le pide por el descanso eterno de los difuntos quienes tienen presencia a través de fotografías que se colocan a un costado.

Un segundo elemento característico es la mesa. Aquí se colocan los objetos denominados de recepción, es decir, para darle la bienvenida a las ánimas. Bebidas, tamales, dulces, cigarros, calaveras de azúcar y, por supuesto, el pan de muerto. El piso es otro protagonista, ya que al pie de la mesa se coloca un trozo de bambú donde se fijan las velas que brindarán la luz y la guía para los difuntos. Junto a las velas se coloca incienso el cual debe arder en todo momento ya que el aroma también tiene funciones de guía. En ocasiones se tiran semillas que significan la dualidad, es decir, la fuerza vital eterna y el ciclo de la luna, la oscuridad y la muerte.

Todo lo anterior convierte un pequeño espacio en un embriagante conjunto de aromas… bien se dice que el aroma es a los espíritus lo que el gusto es para los vivos.